Después de las fiestas.
Y cuando todo el mudo se iba
y nos quedabámos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,
que hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
solo conmigos al borde da la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,
eras la que no se iba
por que una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados
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